jueves, 26 de noviembre de 2009

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soy un gusano del subsuelo


me alimento de profundidades

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martes, 22 de septiembre de 2009

.totally.unfocused.

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in the sun and in the rain
and in the day and in the night
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pain is a flower
pain is flowers
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blooming all the time
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C. Bukowski
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lunes, 21 de septiembre de 2009

.toma.de.tierra.

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todo avanza el mundo avanza ante ti como un vagón descontrolado y no hay ni un segundo de descanso todo avanza todo guarda su trayectoria una trayectoria precisa y milimetrada, y tú deberías avanzar también, deberías tener percepción desde la percepción, encaramarte al mundo para crear perspectiva, tener suelo, no estanque, tener suelo y ser un útero inmenso y caliente y filtrar el mundo desde tus labios asfixiarlo desde tu himen parirnos a todos a todos juntos parirnos desde ti

no creas que no conozco tu estrategia: te tiendes sobre la hierba a esperar que todo cicatrice
pero el mundo aguarda entre la maleza te observa espera que te pongas en pie descuidada espera que te levantes llena de posos llena de las grietas que eludes y te pronuncian como un zumbido y tú te vas con los bolsillos rotos te vas directa a la vida a tu universo cotidiano de pequeños planetas y neurosis y de pronto una grieta se agranda, miras a la gente ríes hablas pero hay una grieta que se agranda en ti una frase que no te dijiste y poco a poco te alejas aunque estés allí te alejas tanto de todo tanto de ti que no puedes mirarte derecha no puedes apenas decirte

tu cuerpo es un enorme balbuceo

y cómo vivirte ahora si en algún lugar en algún momento perdiste el respeto que te tenías lo dejaste olvidado en un parque en una acera y ahora te vives bajito te pones un traje cada vez más grande y saludas y hay plástico y das la mano y hay plástico y besas y estás al fondo de ti viéndote besar deseando estar al frente deseando ser tú la que besa y no ésta que te vive y no te quiere y no te mira recto desde arriba

empezar a escribirme como si no hubiera distancia como si esta torre que he construido en mí no me alejase de veras
como si no sintiese vergüenza de mis manos como si pudiera enfrentarme al mundo entera con los brazos encajados y la cabeza alta
como si me perdonara
como si me perdonara
como si no me dañara lo que los demás esperan como si no pesara sobre mí tanta expectativa tanta promesa tanta fe
como si me perdonara
como si me perdonaran
como si lo comprendiera
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jueves, 2 de julio de 2009

.hombre búfalo.

A veces la vida nos reclama.
G.
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Has entrado en mis ciudades arrasadas tanteando los objetos con tu hábil mansedumbre
y me miras como quien grita que viene en legión a hacerse himno
a romper mi fuselaje
a temblar con sus dedos la pureza que me queda.

Como si pudieras volverme cierta
me besas rompes las alambradas quemas la cáscara vacía
y hay algo de lumbre en tu mirada algo de bestia delicada con vocación de jungla.

Y te digo sí porque cercas el origen de las sombras y me haces agua y no desierto
porque en tu cuerpo la música es hondura
grieta entre la sal
y dices que vienes a hermanarte en mi fervor como un latido
y lo dices sin terror ni trayectoria
sin cemento ni herrumbre ni egoísmo
ni grandeza inventada ni fractura.

Pulsas mi cuerpo en su oscura transparencia
mi cuerpo sin fuego sublevado ni hueco que me nombra
y ahora limpios los establos por fin soy luz desde la luz
cadáver sin urgencia

tú me haces hallazgo
tú me haces claridad ardiendo el pulso ciego de las cosas.
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domingo, 21 de junio de 2009

.promesa.

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ser uno en la marea
ser uno y despertar al fin de uno
apuntalar las casas que me quedan habitarlas con el cuerpo arqueado del que se está marchando siempre
adiestrar las culebras de mis manos erigirme isla mudar de piel
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y ser mi propio oficio
ser cuanto acontece
sin esperarme
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domingo, 14 de junio de 2009

.me.reitero.

Amo a las personas que no guardan para sí
ni una partícula de su espíritu.
FRIEDRICH NIETZSCHE
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Mi pequeña, tú que conoces la leche sucia de los días, la cólera interminable de la sed y te das con furia y fe y fuego y eres dulce manojo de vientos que no hace sino arder y tiritar;

mi pequeña, a estas alturas ya debes saber que hay personas en este mundo que te buscan que te hallan pues eres reclamo de incendios y catástrofes y noches convulsas y farsas

y tú, pequeña, te das, con bella devoción y obstinación, te das a todas las guerras te abres en todos tus frentes

/y sabes que nunca comprenderán la magnitud del viento, la belleza exacta de los árboles,

sus manos son torpes e incapaces y tú, aún así, las dejas humildemente buscarte, encontrar tu paz y tus estanques, pero no están a la altura, me repites, no conocen la ubicación exacta de tus notas, no tienen oídos suficientes ni manos ni luz

y entonces, para qué, te pregunto,

porqué juegas si conoces bien tus melodías y, siempre-metafórica, me hablas de tu réquiem, de tu jazz, y sabes que tienes el don de prender corcheas de la nada, porque estás en la música y eres todos los silencios de este mundo ardiendo precipitadamente sobre un gong.

No te rías, sé que juegas con ventaja, pero a veces caes y tú lo sabes caes porque buscas caes porque hay tantas cosas mediocres que te llaman y tú esperas, inocentemente, algo de baile de máscaras, una cierta sutileza en el viento, la elegancia de un acorde abandonado

pero nunca llegarán. La ciudad no se abrirá como un arpa sucia bajo sus pies. Nunca sentirán el blues de un ciprés agitado, la tierna materia del silencio de tu vientre;

y te das, digo yo, porque tienes demasiado por lo que arderte, porque eres Yerma y tus poemas se infectan dentro de tu cuerpo y tienen que salir de ti y sientes la dulce necesidad de mostrarte, y les bendices con tu lluvia de magias y ellos, estúpidos, no conocen cuántos cuerpos se quedaron en el camino esperando apenas una gota de tu sed,

ingenuos,

ojalá pudiera yo ser como ellos, ciego testigo de tu eternidad.
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miércoles, 29 de abril de 2009

.lejana.

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Desde hace un par de días todo es resonancia.
Como una urna de barro sin cocer, repleta de una misma frase mil veces (nunca más volverá, bárbara, nunca más).
De cuando en cuando introduzco de nuevo la frase en mi interior, la dejo caer sobre el resto y agito la urna con desasosiego para que se asienten todas y cada una de esas pequeñas miserias de seis palabras.
Otras veces, sin embargo, la frase cae como si fuera la única, la primera. Cae y resuena al caer, resuena tanto que golpea mis paredes ajadas con su eco y toda yo soy un percutor inmenso, un diapasón febril a punto de vencerse.

No entiendo esta manía mía de desaprenderme: armo conclusiones a golpe de paciencia y escombro, construyo escafandras herméticas, perfectas, metálicas; escafandras que me permitirían permanecer inmutable ante el más mínimo vaivén, ante la más mínima furia de mis aguas.

Pero desaprendo.
No sé cómo ni a qué razones obedezco, pero desaprendo.

Supongo que es por la noche, mientras duermo, que deshilvano el armazón, en silencio, como un suicida; calladamente descompongo la escafandra, y a la mañana siguiente cualquier atisbo de luz me hiere, cualquier rumor de viento me daña.
Y vuelta a empezar, desde el centro del barro, rodeada de maderas mojadas con las que he de hacer fuego.

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Por qué este amor inventado, bárbara. Por qué decir te amo si es mentira y tú sabes que es mentira y aún así lo dices. O peor, por qué pensar te amo si es mentira y tú sabes que es mentira y, aún así, una parte de ti lo asume como verdadero y se deja dolerse, se deja morir en tu engaño.

Eres un animal que se vive penosamente.
Te veo moverte por la casa, vagando como un pobre de camino al comedor, arrastrando los pies, haciendo sonar tu campanilla de leproso en las esquinas.
Y por eso te dueles aún más y te revuelves, por eso sufres antes de dolerte y después y en la repetición incansable del dolor que invocas.

Y tienes que mentir si te preguntan, jugar a la farsa de que eres una despechada más, una enamorada que mira por los cristales con la mirada perdida. Pero no, bárbara, tú sabes que no es cierto.

Tú organizaste el crimen.
No fue deliberado. Sé que intentaste contener esa muerte hasta que la viste recorriendo todas y cada una de tus venas, toda tú cubierta de esa muerte que tratabas de eludir. Pero era inevitable: t
u cuerpo estaba desalojado, tus manos vacantes. Y sólo así la muerte vino de forma natural y silenciosa. Y tú mirabas el cadáver con un aire de familiaridad, porque se había instalado en ti hacía semanas. Y no llorabas. Y te sorprendía no llorar porque es lo se hace en los velatorios, pero no lloraste. No lloraste.

Y ahora sí, porqué. Por qué ante el cadáver que te era indiferente ahora lloras de forma funesta, lloras y te crees que sientes la pérdida.

No entiendo ese proceso mental, ese puñal que tienes reservado sólo para ti debajo de la cama.
En lo más hondo de ti sabes que lloras para dolerte, y tiene que ser así, tiene que ser ésta la explicación porque no lo entiendo. No entiendo por qué lloras para hacerte daño y crees que te haces daño y es entonces cuando te haces daño y sufres.

Deseas en contra tuya, deseas lo que no deseas y renuncias a tu amor para amar en falso, sobre un cable alta tensión.
Te engañas. Anhelas lo que no puedes tener aunque no lo quieras porque esa imposibilidad te trae una muerte cadenciosa y lenta.
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Alguna parte de ti quiere ver cómo te destruyes, por eso trae todas estas miserias a tus manos y contempla como juegas con ellas, toma notas, sonríe; y a veces, incluso, se cansa de mirarte y se duerme, pero tú sigues aquí, con tus miserias inventadas, noche tras noche.

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sábado, 28 de marzo de 2009

.ceremonias.de.interior. (vol. 2.0)

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Me engañaste.

Me engañaste como lo hacen las manos de las ancianas bajo el delantal, me prometiste la eternidad de lo cierto, la dulce indiferencia de lo cotidiano

pero sigo aquí, justo aquí, igual que siempre; la pobre-niña-torrente, la que busca sin retorno, la que se despeña en cada exhalación

/me alimento de incertidumbre, construyo ciudades en el viento y yo soy esas ciudades que se marchan y ese lobo que me acecha en los portales.
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En mis sueños aún te nombro penosamente, como si de una orfandad infinita se tratase.
Cuando despierto doy de comer a los pájaros de mis heridas, me ordeno el cabello, juego a la eternidad.
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Tu rostro me arrastra al bucle fatídico de lo que no logré ser, y me muestra mi inconsistencia, la estúpida inconsistencia del viento que soy.
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Quizá no merezca una casa ordenada y un hombre complaciente, quizá este arroyo de sed incendiada sea lo único a lo que pueda aspirar.
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/No quiero volver al lugar donde los hombres valientes lloran.
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domingo, 22 de marzo de 2009

vol. 1.0

Confesión o invocación.
Canción de lluvia.


En pocos lugares he permanecido lo suficiente como para considerar que estuve. Excepto en ti.
Hablo de enamorarse como herida, como animal débil que tiembla desde el centro de la noche.

A algunos les quise. A otros, simplemente, les aprendí a querer. Pero tú me desangraste, me desangraste tanto que tuve que incrustar palabras en mis venas para sentirme viva.
Tú me hiciste escribir con el cuerpo, con la verdad.
Por eso habitas partes de mí que incluso yo desconozco, por eso eres sangre familiar, sacrificio nocturno.
Tu cuerpo, al que escribo cuando me busco, cuando busco mi voz y mis manos; lo he armado a base de estructuras de luz y depósitos de mí.
Ese cuerpo ya no es tu cuerpo. No tiene nombre.
Está hecho de una sustancia oscura y violeta. Cuando lo pulso brotan flores de carbón.

Me mezo en tu nombre para olvidar lo que soy.
En tus letras hiberno de mí y me guardo con cuidado del mundo, porque sólo allí encuentro la paz de los pájaros y me vuelvo inocente como el invierno.

Eres ese lugar sagrado de la noche donde los animales no mienten, donde me enfrento a la inmensidad de mi cuerpo y me vuelvo cierta, y me pronuncio.

Allí hay palabras prendidas en la luz y yo las busco y construyo ciudades en el viento.
Y yo soy esas ciudades que se marchan.

Cuando no logro escribir vuelvo a ese cuerpo sin nombre, lo recorro con cuidado, recorro sus perímetros, los zurzo con las lanas de mi vientre y las palabras nacen hacia dentro como lo hacen los objetos más bonitos de este mundo.

De ti fluyen las sustancias que cubren las cosas cuando llueve.

Todo cuanto nace de ti
se rompe y muere,
y yo lo recojo con cuidado
y armo poemas
como un niño juega con el barro.

viernes, 23 de enero de 2009

.inventario.de.espejismos.


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El viento mantiene un combate a muerte con mi persiana. Levanto la mirada. Hay algo pesado en el centro de mi cabeza, alguien ha insertado un objeto burdo y grande justo en el centro de mi cabeza, como una zapatilla sucia y doblada encajada entre mi frente y la parte posterior de mi cráneo.


Mis ojos apenas pueden seguir el movimiento de mis manos. Y hay algo en mi vientre que me llama, algo late en mí incansablemente, un percutor inmenso golpeando mis vísceras, y no sé cuál es la maldita diferencia entre la culpa y la responsabilidad, no sé cómo ordenar mis dedos ni mis manos, mis días y mis lunes, cómo mirarme con certeza, cómo adivinar mis maleficios y mis trampas, cómo ponerme guantes de lana para hablar a escondidas.


Mis ojos pesan, se posan sobre las cosas, penden del borde de mi rostro, y hay ramificaciones que los encajan, que los adhieren con fuerza a mi cuerpo pero ellos cuelgan, se balancean, no son parte de mí, flotan en una balsa de líquido amniótico y furia y resaca, flotan y se mofan y no sé si soy yo o es el invierno pero mis idas y venidas me desgastan y voy por el mundo soltando materia, creando pequeños depósitos de Bárbara en el metro y en los parques, pero no lo suficiente como para soltar lastre, no, porque no hay liberación, sólo vacío y duda e inconsistencia, y me voy dejando olvidada en las esquinas y en los bares, y sonrío, cada vez más pequeña, sonrío sin saber dónde pisar, sin saber dónde ir a buscarme esta vez.


Hay algo maternal en el movimiento de mis manos. Todo parece estar perfectamente ordenado en el exterior, observo desde mi cuerpo, como un animal observo con las manos escondidas. Tengo preciosas vistas de los jardines y las plazas cuando es martes y llueve despacio.

Introduzco mis dedos en el aire, hay un entramado casi perfecto que colma cualquier vacío que pueda acontecer ante mí, pero mi vientre sigue diciéndome, una y otra vez, me dice, y casi sin darme cuenta advierto mis manos llevan rato haciendo rúbricas con la ceniza del cigarro sobre la mesa. Contemplo mi obra. Dos surcos extraños a modo de inventario de espejismos: no sé tocar el piano pero pulso la vida continuamente, con impertinencia, me paso los días introduciendo combinaciones aleatorias en el viento y siempre salen frutas rojas, siempre salen frutas rojas que me saben a mentira, a farsa de químicos y a debates televisivos. No sé dónde estoy. Y siento un pánico absoluto, un pánico que me impide insertarme en esa malla que se balancea frente a mi cuerpo, en esa baba rosada que lo cubre todo y lo dota de sentido. No puedo. No sé por qué tengo que lidiar con este manojo de fuegos que soy, con este funambulismo constante sin recompensa, con este saberme telescópica pero no acuática, con este vértigo de noche que gira y mis manos que giran y mi vientre que gira y no sé dónde estoy. No sé para qué sirve mi cuerpo, no sé de qué materia, en qué lugar, porqué.


Necesito encontrar el umbral que divide las cosas, necesito saber con certeza dónde estoy, ver la franja amarilla, la línea discontinua, las señales de velocidad.


Necesito un semáforo sin ámbar.
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jueves, 8 de enero de 2009

.proyecto.de.poema.

Mis manos rozan-tocan-descifran
No mienten a los objetos:
vacían a las personas.


Mis manos están llenas de caídas.
Todo lo que tocan cae por sí mismo
cae de sí mismo
cae.


Mis manos extraen semillas de la tierra con imprecisión
y en su lugar introducen
ratones muertos, objetos metálicos
billetes de autobús.


Mis manos subrayan la maldad
de los objetos más bellos;
agudizan los ecos, los egos,
y todo se vuelve turbio y opaco
y todos los espantos de este mundo
toda su incertidumbre
se agita desde mis uñas, viene a mis uñas
a agitarse
y hasta el hombre más valeroso tirita
y hasta el genio más promiscuo sucumbe.


mis manos calcinan crucifijos
rompen profesiones de fe
todo lo que tocan se vuelva hiedra
y se asfixia a sí mismo,
todo cuanto llega a ellas
se convierte en barro
y tiembla de sarna y sanguijuelas



pareciera que hubieran venido al mundo
a convocar el llanto de todos los hombres



los ejércitos las utilizan para empequeñecer a sus rivales,
les muestran mis dedos
agitándose como guirnaldas
y ellos tiemblan y dudan y bajan la guardia.
Como una música de aguas turbias
mi baile les enloquece
les envilece,
y prefieren la muerte y el asedio
la más absoluta derrota
y el exilio
a tocar si quiera un centímetro de mi piel,
un centímetro de esta piel que,
como un animal,
les juzga y no les miente.


/yo sólo quiero amar en paz.